UNICEF/Dejongh
La tecnología digital empieza a ser omnipresente en la vida diaria de las personas. Está llegando a los rincones más alejados del planeta. Está incluso creando nuevos mundos, en los que cuesta discernir las líneas entre lo real y lo imaginario. La educación no puede permanecer indemne, aunque hay llamamientos para protegerla de las influencias negativas de la tecnología digital. Sin embargo, el desafío es mayúsculo, ya que la tecnología se manifiesta de diversas formas en la educación. Es insumo, medio de distribución, competencia y herramienta de planificación, además de proporcionar contexto social y cultural, todo lo cual plantea cuestiones y problemas concretos.
La premisa básica del presente informe es que la tecnología debe servir a las personas, y que la tecnología en la educación debe satisfacer las necesidades de los estudiantes y docentes. En el informe se ha intentado no mostrar una visión excesivamente centrada en la tecnología ni trasladar un mensaje de neutralidad de esta. También se recuerda que, dado que gran parte de la tecnología no se ha diseñado con fines educativos, es preciso probar su idoneidad y valor con relación a una visión de la educación centrada en las personas. Los responsables de la adopción de decisiones se enfrentan a cuatro grandes disyuntivas:
- La demanda de personalización y adaptación está en conflicto con la necesidad de mantener la dimensión social de la educación. Es posible que aquellos que piden con insistencia una mayor individualización estén perdiendo de vista el objetivo de la educación. La tecnología debe diseñarse de tal modo que satisfaga las necesidades de una población diversa. Lo que para algunos puede ser una herramienta de apoyo a la enseñanza y el aprendizaje, para otros puede ser una carga y una distracción.
- Existe un conflicto entre la inclusividad y la exclusividad. La tecnología tiene potencial para ofrecer la esperanza de una educación a muchos. Sin embargo, para muchos más, supone un obstáculo adicional para la igualdad de oportunidades educativas debido a la aparición de nuevas formas de exclusión digital. No basta con reconocer que todas las tecnologías tienen usuarios pioneros a los que después siguen otras personas; también se necesitan acciones. Debe respetarse el principio de equidad en la educación y el aprendizaje.
- El ámbito comercial y el bien común avanzan en distintas direcciones. La creciente influencia de la industria de la tecnología educativa en la política relacionada con la educación, tanto a nivel nacional como internacional, es motivo de preocupación. Un claro ejemplo es la frecuencia con la que se incumple la promesa de proporcionar recursos educativos de libre acceso y de convertir Internet en una puerta de acceso al contenido educativo. Es necesario comprender y dar a conocer los intereses que subyacen al uso de la tecnología digital en la educación a fin de garantizar que el bien común sea la prioridad de los gobiernos y educadores.
- Por lo general, se da por descontado que las ventajas que ofrece la tecnología educativa a corto plazo en términos de eficiencia se mantendrán a largo plazo. Dicha tecnología se presenta como una inversión sólida, capaz de ahorrar trabajo e incluso de sustituir a los docentes. Sin embargo, su costo total en términos económicos y ambientales tiende a subestimarse y suele ser insostenible. Muchos disponen de una capacidad y un ancho de banda limitados para utilizar la tecnología en la educación. Además, es hora de tener en cuenta el costo de la tecnología educativa en términos de sostenibilidad ambiental y de cuestionar si realmente aumenta la resiliencia de los sistemas educativos.
Más recientemente, ha surgido una solución de compromiso entre máquinas y seres humanos en el contexto de los debates sobre la inteligencia artificial generativa, cuyas implicaciones para la educación van conociéndose de forma muy lenta. Estas líneas divisorias dejan el sector educativo ante el dilema de la ilusión por el potencial de las tecnologías digitales y los innegables riesgos y perjuicios asociados a su aplicación. El compromiso es el punto desde donde debe desarrollarse un debate más complejo y democrático.
No todos los cambios representan avances. Solo porque algo pueda hacerse no significa que deba hacerse. Los cambios deben tener en cuenta las necesidades de los estudiantes para evitar que se repita la situación observada durante la pandemia de la COVID-19, en la que el auge del aprendizaje a distancia excluyó a cientos de millones.
La tecnología creada para otros usos no tiene por qué resultar adecuada en todos los entornos educativos ni para todos los estudiantes. Tampoco se puede esperar que reglamentación creada fuera del sector educativo satisfaga todas las necesidades de la educación. Lo que el presente informe aporta al debate es la demanda de una visión clara, ahora que el mundo se plantea lo mejor para el aprendizaje de los niños, especialmente en el caso de los más marginados.
La campaña #TechOnOurTerms exige que las decisiones sobre la tecnología en la educación prioricen las necesidades de los estudiantes tras evaluar si su aplicación tendrá base empírica y será adecuada, equitativa y sostenible. Resulta esencial aprender a vivir tanto con la tecnología digital como sin ella; tomar lo necesario de la abundancia de información e ignorar lo innecesario; y dejar que la tecnología respalde la conexión humana en la que se basan la enseñanza y el aprendizaje, pero nunca que la sustituya.
En consecuencia, se han formulado las cuatro preguntas siguientes con la intención de dirigirlas principalmente a los gobiernos, cuya responsabilidad es proteger y hacer efectivo el derecho a la educación. No obstante, estas preguntas también están concebidas para que todos los actores educativos comprometidos con los avances hacia el cumplimiento del ODS 4 las utilicen como herramienta de promoción, a fin de garantizar que las iniciativas encaminadas a promover la tecnología, incluida la inteligencia artificial, tengan en cuenta la necesidad de tratar los principales problemas educativos y respetar los derechos humanos.
Al contemplar la adopción de tecnología digital, los sistemas educativos deben garantizar en todo momento que el interés superior de los estudiantes constituya el núcleo de un marco basado en los derechos. La prioridad deben ser los resultados del aprendizaje, no el aporte tecnológico. A fin de mejorar el aprendizaje, la tecnología digital no debe sustituir la interacción cara a cara con los docentes, sino complementarla.
¿Resulta este uso de la tecnología educativa apropiado para el contexto nacional y local?
La tecnología educativa debe fortalecer los sistemas educativos y estar en consonancia con sus objetivos.
Por consiguiente, los gobiernos deben:
- Reformar los currículos a fin de abordar la enseñanza de las competencias básicas más adecuadas para las herramientas digitales que han demostrado mejorar el aprendizaje y se sustentan en argumentos teóricos claros de cómo aprenden los niños, sin dar por sentado que la pedagogía puede seguir siendo la misma o que la tecnología digital resulta adecuada para todas las modalidades de aprendizaje.
- Diseñar, supervisar y evaluar políticas sobre tecnología educativa con la participación del profesorado y alumnado, a fin de aprovechar sus experiencias y contextos, y garantizar que los docentes y facilitadores cuenten con la formación adecuada para no simplemente saber utilizar una tecnología digital, sino hacerlo con fines educativos.
- Garantizar que las soluciones se diseñen de acuerdo con el contexto y que los recursos estén disponibles en varios idiomas nacionales, resulten culturalmente aceptables y apropiados para cada edad y tengan puntos de acceso claros para los estudiantes de contextos educativos concretos.
¿Excluye a los estudiantes este uso de la tecnología educativa?
Aunque el uso de la tecnología puede posibilitar el acceso de algunos estudiantes al currículo y acelerar algunos resultados del aprendizaje, la digitalización de la educación conlleva el riesgo de beneficiar a estudiantes ya privilegiados y de marginar aún más a otros, con el consiguiente aumento de la desigualdad en el aprendizaje.
Por consiguiente, los gobiernos deben:
- Centrarse en cómo puede la tecnología digital apoyar a los más marginados, de tal modo que todos se beneficien de su potencial, con independencia de su origen, identidad o capacidad, y garantizar que los recursos y dispositivos digitales cumplan las normas globales de accesibilidad.
- Fijar objetivos nacionales sobre conectividad significativa a Internet en las escuelas como parte del proceso de establecimiento de puntos de referencia del ODS 4, y dirigir la inversión en consecuencia para permitir que el profesorado y alumnado disfrute de una experiencia en línea segura y productiva, a un costo asequible, de conformidad con el derecho a una educación gratuita.
- Impulsar bienes públicos digitales en la educación, incluidos formatos ePub accesibles y gratuitos, recursos educativos de libre acceso y adaptables, plataformas de aprendizaje, y aplicaciones de asistencia al profesorado, todos ellos diseñados para no excluir a nadie.
¿Es escalable este uso de la tecnología educativa?
Existe una abrumadora variedad de plataformas y productos tecnológicos en la educación, y las decisiones que los atañen suelen tomarse sin suficientes pruebas de sus ventajas o costos.
Por consiguiente, los gobiernos deben:
- Crear órganos para evaluar la tecnología educativa mediante la interacción con todos los actores que pueden llevar a cabo estudios imparciales independientes y la definición de normas y criterios claros de evaluación, a fin de lograr que las decisiones normativas sobre tecnología educativa se adopten con base empírica.
- Llevar a cabo proyectos piloto en contextos que reflejen de forma precisa el costo total de propiedad e implementación, teniendo en cuenta el costo potencialmente más elevado de la tecnología para los estudiantes marginados.
- Garantizar la transparencia del gasto público y los términos de acuerdos con empresas privadas, a fin de fortalecer la rendición de cuentas; evaluar el rendimiento para aprender de los errores, incluido sobre cuestiones que abarquen desde el mantenimiento hasta los costos de suscripción; e impulsar normas de interoperabilidad para aumentar la eficiencia.
¿Fomenta este uso de la tecnología un futuro sostenible para la educación?
La tecnología digital no debe percibirse como un proyecto a corto plazo. Debe aprovecharse para obtener beneficios de forma sostenible y no regirse por preocupaciones estrictamente económicas e intereses creados.
Por consiguiente, los gobiernos deben:
- Crear un currículo y un marco de evaluación de competencias digitales que sea amplio, no esté sujeto a una tecnología concreta, tenga en cuenta lo que se aprende fuera de la escuela y permita a docentes y estudiantes aprovechar el potencial de la tecnología en la educación, el trabajo y la ciudadanía.
- Adoptar e implementar legislación, normas y buenas prácticas consensuadas, para proteger los derechos humanos, el bienestar y la seguridad en línea del profesorado y alumnado, teniendo en cuenta el tiempo de conexión y de exposición a pantallas, la privacidad, y la protección de los datos; garantizar que los datos generados durante el aprendizaje digital y después de este se analicen únicamente como bien público; impedir la vigilancia de docentes y estudiantes; evitar la publicidad comercial en entornos educativos; y regular el uso ético de inteligencia artificial en la educación.
- Estudiar las implicaciones a corto y largo plazo del despliegue de tecnología digital en la educación para el entorno físico, y evitar las aplicaciones que no sean sostenibles en términos de requisitos energéticos y de materiales.